Hay muchas paradojas en economía pero hay una en particular que es muy común. Es el incentivo perverso. Esta paradoja se presenta cuando alguna política o programa busca incentivar algo pero resulta teniendo un efecto no deseado. Un ejemplo, muy polémico, fue el tema de los falsos positivos en el gobierno de un expresidente de Colombia, Álvaro Uribe. El objetivo inicial era motivar o incentivar a los militares a dar de baja a más guerrilleros. Pero se terminó incentivando el homicidio de muchos civiles inocentes para mostrar los resultados que pedían los altos mandos. Es muy similar al caso del gobierno británico que deseaba disminuir la población de serpientes cobra venenosas. Entonces decidió ofrecer una recompensa por cada serpiente muerta. Pues resulta que las personas comenzaron criar cobras para cobrar más recompensas. La población de cobras aumentó y se consiguieron objetivos opuestos a los iniciales.

Otro ejemplo fue cuando paleontólogos viajaban a China y les pagaban a los campesinos por cada pedazo de hueso de dinosaurio que encontraran. Sin embargo, un tiempo después se dieron cuenta que los campesinos estaban partiendo los huesos en varios pedazos para conseguir más dinero.
Y otro ejemplo, más reciente, fue el de España durante el pico de contagiados por el Covid – 19. El país no tenía suficientes tapabocas. Anunció que revisaría todos los que se importaran. Esta noticia resultó desincentivando a muchas empresas privadas a traer tapabocas al país.

Tener en cuenta los incentivos perversos que pueda generar un programa es muy importante, por eso los políticos deberían estudiarlos con mucho cuidado. Generar incentivos equivocados pueden arruinar toda una política pública así se tengan las mejores intenciones.

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