Gestionar las relaciones entre Estados Unidos y China parece ser el mayor reto de ambas naciones una vez se supere la crisis originada por el Covid-19. Esta relación se ha ido deteriorando y la pandemia ha dejado ver la imposibilidad de que estos 2 países estén estrechamente unidos. Hace unos meses cuando se llegó a un acuerdo para terminar la guerra comercial, se pensó que las relaciones volverían a la normalidad. No obstante, a medida que la presión se fue incrementando al cuestionar el manejo y las decisiones alrededor de la pandemia. Ambos países comenzaron a ocuparse mutuamente para desviar un poco la atención de sus errores frente al control del nuevo coronavirus.

La suspensión de la financiación la Organización Mundial de la Salud por parte de Estados Unidos comenzó a calentar el ambiente. Según Estados Unidos la OMS no hizo bien su trabajo y afirma que Xi Jinping,  el presidente de China decidió ocultar información sobre el origen del virus. También lo acusa de haber negado las pruebas de que los chinos sabían sobre la transmisión del virus entre humanos. Además de haber amenazado y reprimido al médico que intentó advertir sobre la aparición del nuevo virus.

El presidente Donald Trump se ha referido al coronavirus como “el virus chino”, lo cual ha calificado a China como un acto racista y xenofóbico. Por su parte, funcionarios chinos insinuaron que el ejército estadounidense fue quien liberó el virus. La presión ha llegado al punto donde altos funcionarios de la administración de Trump han presionado a las agencias de espionaje norteamericanas para que encuentren pruebas de que el laboratorio de Wuhan en China, fue el origen del brote. Aunque gran parte de la comunidad científica afirma que lo más probable es que el virus tenga un origen animal.

Culpar a china parece ser la estrategia de Trump para desviar las críticas cuando percibió que el control del virus se le salió de las manos. Porque en febrero, el mismo destacó los esfuerzos de China para controlar el virus. “Hablé con el presidente Xi, tuvimos una gran conversación. Él está trabajando muy duro, lo tengo que decir, está trabajando muy duro”.

La pregunta de si estamos en un terreno previa una nueva Guerra Fría. Se podría decir que el punto que materializó la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue la ayuda económica. Estados Unidos por medio del plan Marshall ayudó a reconstruir los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial y evitar que se aliaran con la Unión Soviética. En cierta medida China intenta hacer lo mismo. La falta de liderazgo mundial por parte de Estados Unidos durante la pandemia, ha dejado un gran espacio a nivel geopolítico para que China lo relativamente fácil. Enviar ayudas y material médico a otros países es una forma de hacerlo. Así se deja ver cómo el país se controló el virus y ahora puedes jugar a salvar el mundo como lo ha hecho Estados Unidos tantas veces. Un hecho, no de menor importancia, es que el país asiático está incrementado sus acciones militares en el Mar del Sur de China. Es como una forma de mostrar que no está tan debilitado como se dice.

De cierta forma la pandemia sirvió como excusa para liberar años de frustración y desconfianza entre ambos países. Las tensiones incrementarán a medida que se sientan más los efectos económicos y sociales de esta crisis. Y con elecciones en Estados Unidos en noviembre, es probable que Donald Trump intensifique sus ataques contra China y la convierta en un instrumento político para ganar las elecciones. Los ataques internacionales han fortalecido internamente a Xi Jinping, lo cual le otorga más poder para reprimir a la disidencia china. Cuando los países enfrentar amenazas externas suele suceder que la mayoría de sectores del país se unen en torno a su líder y esto es sólo más combustible para deteriorar aún más las relaciones entre ambos países. 

A pesar de que la economía china decreció un 7% en el primer trimestre del año, se espera que se recupere más pronto que Estados Unidos y el resto del mundo. Las fábricas han comenzado a funcionar y no se tuvo que endeudar como lo hizo su contraparte, que sufrirá el mayor golpe a su economía desde la Gran Depresión. Con este panorama los Estados Unidos tiene mucho que perder en el orden mundial. Si China logra desviar la atención sobre las críticas a la falta de transparencia de su gobierno puede comenzar a crear un bloque político a su alrededor. No lo sabemos, pero es posible que China está adelantado en el proceso para obtener la vacuna, lo cual le podría dar un elemento geopolítico adicional a su favor. Estados Unidos y sus aliados harán lo posible para opacar el gigante asiático porque saben que ceder más terreno a China ayudaría a fundar la idea en el mundo de que los sistemas represivos y autoritarios son la nueva tendencia del futuro. Con el agravante para el país del norte que a diferencia de la Unión Soviética, China sí es una potencia económica.

Uno de los factores que podría frenar un conflicto como una Guerra Fría es la gran dependencia a Estados Unidos de la industria china. Y aunque tengan la intención de crear estrategias y reorganizar sus relaciones comerciales, son procesos que no se cambian de un día para otro. Además, un conflicto con China dificultaría aún más la recuperación económica de Estados Unidos y dicho que repiten mucho en ese país es que “las crisis no reeligen presidentes”.

Por el momento la tensión no va a bajar. Donald Trump en pleno año electoral y en recesión económica seguirá atacando china. Y Xi Jinping aumentará su esfuerzo diplomático internacional para intentar recuperar la confianza del resto del mundo.  Ustedes qué piensan ¿quién saldrá ganador, o al menos quién saldrá menos perjudicado? ¿Creen que se dividirá el mundo en dos bloques geopolíticos tan claros como pasó con Estados Unidos y la Unión Soviética?

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