Imagina un helicóptero pasando por tu casa lanzando billetes. Sería literalmente dinero caído del cielo. Esta analogía fue utilizada en 1969 por el economista Milton Friedman para hacer referencia a la idea de darle dinero gratis a las personas, especialmente durante una crisis.
A comienzos de la pandemia muchos negocios cerraron y gran parte de la población se quedó en sus casas. Debido a esto, los gobiernos consideraron medidas extremas para intentar sostener la economía. Una de estas era entregar dinero directamente a la gente para que gastaran más; de esta forma se sostendría el consumo y esto permitiría que la actividad económica no bajara tanto.
Una forma de hacer este “dinero helicóptero” es que el Banco Central imprima dinero y otra sería que el gobierno se endeude. Recientemente muchos países lo han hecho; han consignado en las cuentas bancarias de las personas ciertos montos de dinero.
Pero ¿cuál es el problema de esta política? Hay varios. Uno es la dependencia. Una vez la gente reciba dinero gratis lo seguirán exigiendo en el futuro. Otro podría ser la hiperinflación, aunque esa es la menor de las preocupaciones para la mayoría de países que tienen muy bajas tasas de inflación en la actualidad. Un tercer aspecto negativo es que las personas esperan que para pagar el dinero helicóptero, el gobierno subirá los impuestos en el futuro. Siendo así, las personas simplemente guardarían el dinero para pagar la subida de impuestos en el futuro en vez de gastarlo. Otra objeción es que no es una solución a largo plazo para superar una crisis pues no se trata de pagos periódicos y duraderos como un salario por ejemplo. De hecho Friedman advertía que si se implementaba debía ser un evento único y nunca repetido. Pero este es precisamente uno de los factores más adversos y es que el dinero gratis puede ser adictivo tanto para quienes lo reciben como para los gobiernos. Por un lado, podría incentivar a las personas a no trabajar, lo cual dificultaría aun más la recuperación de la economía. Y por otro, una vez un gobierno cruce el limite no hay garantía que no se volverá usar y se podría convertir en el salvavidas perfecto para los políticos en crisis.